martes, 9 de junio de 2009

“El analista afectado: contratransferencia y acto. (Caso clínico)”

Lic. Mauricio Zulian
(APA)

"Pero insisto, Freud no habría analizado nada si no se hubiera sentido desde el principio implicado por el afecto, por la evidencia del afecto puedo decir, o más exactamente constreñido por el afecto”[1].
Introducción
Si bien el lugar del afecto siempre ha sido complicado para las teorías del conocimiento, es a partir de la institución de los desarrollos cartesianos, que queda enmarcado dentro de las pasiones, las que le implican una contravención al conocimiento analítico. Es dentro del marco psicoanalítico, que debido a las necesidades del curso del tratamiento, el afecto queda prohibido en el analista. Dice Freud: “He de recomendar calurosamente a mis colegas (...) silencio a todos sus afectos e incluso a su compasión humana”[2]. ¿Nos invade la objetividad científica? Lacan nos muestra, desde el principio de su enseñanza, como se puede perder el rumbo cuando aparecen las pasiones, y al retomar el sueño de Freud con Irma, nos dice: “la jeringa estaba sucia, la pasión del analista, la ambición de triunfar eran demasiado apremiantes, la contratransferencia era el obstáculo mismo”[3]. En “El Porvenir de la Terapia Analítica”, un texto de 1910, es decir de los comienzos, Freud define a la CT. “Se nos ha hecho visible la «contra-transferencia» que surge en el médico bajo el influjo del enfermo sobre su sentir inconsciente, y nos hallamos muy inclinados a exigir, como norma general, el reconocimiento de esta «contra-transferencia» por el médico mismo y su vencimiento”[4]. Esta definición es congruente con la idea de un analista no afectado, si se supone que el vencimiento es su eliminación, pero también podría ser posible pensar el vencimiento como su elaboración. ¿Desde cual versión retoma Lacan, el concepto de CT para definirla en “Intervención Sobre la Transferencia” como: “suma de prejuicios, de las pasiones, de las perplejidades, incluso de la insuficiente información del analista”[5]? El concepto en todo caso, es eliminado en sus seguidores en función de una supuesta objetividad. ¿Pero qué es la objetividad? La ciencia tratando de encontrarla demuestra que no existe… ¿Y para el psicoanálisis? A mi entender es Racker quien nos brinda una hermosa forma de pensarla cuando la define como “Una determinada posición tomada frente a la propia subjetividad, la contratransferencia”[6]. Tanto Lacan como Racker piensan la CT en relación a la subjetividad, pero parecen no acordar en el lugar que esta última tiene en un análisis.
En Consejos al Médico, también se nos indica que el analista “Debe orientar hacia lo inconciente emisor del sujeto su propio inconciente, como órgano receptor”[7]. Y más adelante agrega “el psiquismo inconciente del médico está capacitado para reconstruir, con los productos de lo inconsciente que le son comunicados, este inconsciente mismo que ha determinado las ocurrencias del sujeto”[8]. ¿Cómo llamamos a la manera en la cuál el analista queda afectado por el inconciente? Algunos autores como Racker denominan CT a esta facultad. Se la entiende aquí como siendo la transferencia misma, no pudiendo diferenciarlas más que en un sentido teórico. Cito a Racker: “La contratransferencia fue considerada primero como una perturbación (...)- Más tarde se vio que también ella (igual que la transferencia) puede ser un instrumento técnico de gran importancia, ya que es, en buena parte, una respuesta emocional a la transferencia y puede (...), indicar al analista qué es lo que sucede en el analizado, (...) con el analista”[9]. Entonces según Freud el analista reconstruye el Inc. del paciente en función del propio Inc. Se asume que el Inc. del médico es particular pero que el resultado de la lectura que hace es de acuerdo a cada paciente. Parecería que la subjetividad del médico no es un inconveniente para el acceso a la verdad sobre el paciente. Lo que Racker plantea siguiendo a Freud, es que a esa verdad se llega por la CT.
Lacan no toma el concepto de CT, pero dejando bien claro que no se trata de eliminar la instancia afectiva surgida en la transferencia. Esto es la angustia. La cual surgiría ante el encuentro con un imposible de poner en términos de discursos. Se la conceptualiza como lo más cercano a lo Real, concepto este que podríamos equiparar a su vez, forzando la relación entre lo topológico y lo tópico, al más allá del principio del placer freudeano. En tanto la angustia se genera desde este más allá despojado de lo imaginario y lo simbólico, la podemos pensar como el único afecto verdadero. Si la angustia es el único afecto verdadero, y proveniente de lo Real, digo entonces que todo afecto proviene de lo Real. Emociones y sentimientos solo serían consecuencias secundarías de la angustia. Es a partir de estos desarrollos que Lacan teoriza sobre un afectarse que podría encontrarse en un análisis, pero no lo resuelve mediante teorías de interpretación o comprensión a la manera de Racker, sino en función de lo que a la altura del seminario diez comienza a introducir como “el problema del deseo del analista.”[10]. Voy a definir este concepto como la presencia de un analista en posición tal que no solo permita, sino que también incite la presencia de un Real. Desde allí se podrá ir al encuentro de una verdad sobre ese más allá, que podemos entender aquí como goce. Para ejercerlo habrá que abstenerse del encuentro con los sentimientos de la persona que lo encarna, para que en la atención flotante el analista se percate de la presencia de la angustia y pueda responder a ella con el deseo del analista. Será después de construir estos conceptos “angustia;” “Real”; “goce”; “deseo del analista” que Lacan deja escapar una reconciliación con el término CT. Es en el seminario 21, que dice respecto el autor de un libro sobre la transferencia (Michel Neyraud) “-le dije que comenzar como lo hace él por lo que él llama la “CT”, si con ello quiere decir: aquello en lo cual la verdad toca al mismo analista, es estar seguramente por el buen camino”[11] . Entonces siguiendo a Lacan, en el buen camino, en tanto se toca una verdad, se afecta algo del lado del analista, esto es contratransferencia, y surgiría ante la presencia de algo que no puede expresarse mediante la palabra.
El trabajo que presento es el recorrido de un análisis, donde entiendo que la presencia del analista toma la forma de afecto. Presencia de afectos, como respuesta emocional al haber sido afectado por el inconciente del paciente. Por otro lado semblanteando a su vez el analista un afecto para el paciente, afecto que tiene la vertiente amorosa, y juega en la transferencia como terreno fértil donde desarrollar un sujeto que yacía perdido.
Un paciente llamado X
X llega a tratamiento con 60 años de edad aquejado por una enfermedad cardíaca que no siente. Tiene miedo de morirse. Tal vez sea porque no sabe mucho del tema que se pasa los primeros años de tratamiento con quejas de cómo unos objetos que colecciona no le interesan, las mujeres no le interesan, el trabajo no le interesa. “Tendría que interesarme en algo” se dice a sí mismo repetidamente. De todas las quejas, la que va tomando más fuerza es “soy asintomático y entonces no se si mi corazón esta funcionando bien o si tengo que ir al médico”. Si en el tratamiento la intervención del analista le producía alguna sorpresa advertía inmediatamente: “¿Ud. Sabe que soy cardíaco?”. En la práctica no lo motiva nada, consecuentemente el aburrimiento le produce la gula y esta una hipertensión que le promete la muerte. Pero él no siente.
Paralelamente X vive sometido a toda una serie de presiones por parte de otros, asustado de que lo echen, lo dejen o lo maldigan. Vive haciendo esfuerzos para colmar a estos otros (jefes; hijos; mujeres y madre). A medida que avanza el tratamiento dos temas van cobrando mayor dimensión, por un lado, su problema laboral. Ya no le gusta su profesión. Quisiera renunciar pero tiene miedo de no encontrar ubicación laboral nuevamente. Al mismo tiempo se encuentra en la oficina todo el tiempo malhumorado convirtiéndose en el ogro de la empresa. El mal humor le produce taquicardias e hipertensión, y entonces X se pregunta ¿tendría que jubilarme? Por otro lado no cree que su pareja lo ame. El cree que la soporta por que ella es muy linda, pero pelean todo el tiempo y entonces X se pregunta ¿tendría que separarme?

Cuando en sesión aparecen temas sobre su historia familiar, una y otra vez responde a cualquier pedido de aclaración “no sé”. Sus padres sobrevivieron a la guerra, pero el tiene pocos datos de ello. ¿Cómo preguntar sobre algo que a sus padres les dolía tanto? “¿La guerra? No me conecto con esa perdida”, “El holocausto, ya esta, ya fue”. X no puede abrir juicio sobre la conducta de sus padres, ni sobre la de los nazis, ni sobre la de los judíos que escaparon o perecieron. Solo sabe que se trata de situaciones de mucho dolor, dolor que no siente. Tampoco se conecta con cierto saber sobre las comidas que no puede comer o el ejercicio que debería hacer, o los medicamentos que tendría o no que tomar. ¿Qué produce todo este asintomatismo del lado del analista? ¿Cómo lo afecta? Siguiendo a Lacan llamaré a la forma en que esto afecta “angustia”. ¿Pero entonces, cómo es que el analista por ahora lo único que siente es aburrimiento y fastidio? ¿Es el analista el que quiere que X sienta? ¿Es un caso de CT tal como la entiende Lacan? Por ahora nos guía una pregunta que surge en el analista mismo. ¿Por qué X no siente?
Estando X en el diván, y estando el diván bajo una ventana, un gato brinca sobre su barriga para caer luego al piso y desaparecer. X en tanto tenía los ojos cerrados no vio. ¡Qué pasó! Pregunta después de unos minutos de silencio. El analista se abstiene de dar respuesta y en ese silencio el paciente sigue relatando alguna que otra queja. Desafecto del paciente a quien las patas del animal sobre su panza no lo enervan produciendo casi efectos. Desafecto del analista que, siendo dueño del atrevido animal, prefiere no hacer mención del tema... lo que resulta es que no paso nada. Abstinencia perfecta, inasistencia perfecta. Pasados ya unos años de tratamiento, el analista solo ha conseguido con intervenciones prácticas un poco de control sobre los excesos con las comidas. Como si el gato siguiera brincando sobre su barriga sin ser sentido.

Una vez de niño X tuvo un deseo, fue y se compró un juguete, no recuerda de dónde saco el dinero, pero sí recuerda la paliza exagerada que su madre le dio. Una vez de niño le surgió la idea de averiguar, subiendo a un altillo para revisar aquellas cosas con las que sus padres habían llegado a la Argentina. ¿Secretos?; ¿tesoros?... ¿respuestas sobre su origen?... Casi llegaba, recuerda que cayó de espaldas quedando un rato largo sin poder respirar... Estos dos recuerdos, de dos veces en las que quiso algo, se instalan en su memoria como dos recuerdos de dolor. Dolor que recordemos que X no siente.
El Afecto
Sin calcularlo al principio comienzo a intervenir, en ese espacio de su asintomatismo con muestras de emoción. Con tono de sorpresa digo cosas como ¡pero cómo puede ser que Ud. no sepa! ¡Pero qué barbaridad, cómo pudo su madre...! y le muestro lo preocupado que estoy por su salud. ¿Cuándo corresponde que un analista se preocupe por un paciente? ¿Los analistas, se afectan con sus pacientes o se trata solo de la frustración de ver su trabajo realizado sin efectos? Pareciera que rompo radicalmente la regla de abstinencia “el analista no debe mostrar sus afectos”. ¿Bajo qué regla, qué técnica se ha operado entonces? Cito a H. Racker “...la frialdad del analizado fácilmente pudo haber “enfriado al analista” y, en tal caso, también su interpretación será fría, a menos que sepa liberarse del círculo vicioso en el que el bloqueo afectivo del analizado amenazan encerrarlo. Solo en la medida en que el analista esté “libre de represiones” podrá suplir – con la vida de sus propias ocurrencias y el calor de sus sentimientos- lo que el analizado había reprimido o bloqueado”[12]. Estrategia que será posible si el analista puede usar la contratransferencia para informarse de lo que pasa en el paciente. Será como teoriza Racker que el análisis de la CT (aburrimiento y fastidio) permitió al analista dar cuenta de ese encierro en el que el paciente lo deja al poner en él la frialdad? Si retomamos a Freud "el analista “Debe orientar hacia lo inconciente emisor del sujeto su propio inconciente, como órgano receptor”[13] ¿Qué tan consciente es el analista de su inconciente?; ¿Qué tanto de las causas de su intervención?; ¿Qué tanto de las consecuencias de su intervención?; ¿Desde qué saber se obra impostando los afectos?
Paralelamente al trabajo con estas emociones X empieza a cuestionarse el lugar de sometimiento que tiene en la vida: en su trabajo, ante su madre, ante su mujer... y puede empezar a preguntarse “¿quiero esto?”. También comienza a relatar pequeñas ocasiones, segundo nomás, donde se encuentra a punto de una lágrima, inexplicable, contenida, censurada, casi olvidada. Un día viene X y pregunta “¿podemos tratarnos de vos, digo ya pasó tanto tiempo?”. Acepto.
Otro día X me regala una máquina de su colección. El objeto es representante de una historia y se asocia a su padre, pero al mismo tiempo podría interpretarse como significante de su síntoma, una máquina que no anda, un corazón que no anda. ¿Qué es lo que X entrega? Qué indicaba cuando advertía, cuando se defendía con la frase ¿Ud. sabe que soy cardíaco? ¿Me decía “no me toque el corazón”? ¿Será el regalo un “ahora sí” que está anunciando la instalación de la transferencia? Cuando pregunto por el objeto solo dice, haciendo referencia a que la carcasa que cubría la máquina era transparente: "no se me gusto que se ve dentro, yo tengo tantas..." Me pregunto ahora: ¿Tantas cosas para ver en su corazón? ¿Sería atrevido decir que con el análisis no consciente de la CT, lo que logra el analista es encausar la transferencia, desde donde poder relanzar la cura?
X cuenta en la primer entrevista: “durante la guerra: mi madre mató a un hijo para salvarlo” (frase uno) donde en tanto mata queda homologada a los nazis. Mucho tiempo después dirá: “Mi padre no tuvo valor para salvar la vida de sus hijos...” (Frase dos) donde en tanto falto de valor queda homologado a los judíos. Frases que lo determinan en una inscripción inicial, su origen. Con qué emoción tramitar esta prehistoria inmediata, sino con la pregunta del desconcierto opaco ¿para qué me tuvieron? Más como de algún lado hay que agarrarse, se encuentra X con la afirmación “¡Soy hijo de la guerra!” (Frase 3). Afirmación donde la relación sexual tiene como participantes nazis y judíos, donde en esta relación, se hacen progenitores de hijos que se habrán de salvar muertos. Donde la estructura de estas tres frases conforman lo necesario según Lacan para la institución del Ideal del yo, el mismo que pensáramos como resultante del complejo de Edipo y en relación al Superyó. Instauración de un ideal que entenderé aquí como signo de goce.
El paciente no puede conectarse con esas emociones que hacen su historia porque no puede enfrentar el sin sentido de la muerte de esos hermanos en el holocausto. No hablo aquí de cobardía sino de falta de representación. Puro Real innombrable. Me pregunto ahora ¿Sus padres callaban por dolor, o no había palabras? ¿Pero por qué pensar que un analista pudiera tener esas palabras que hasta ahora se presentan como imposibles? Qué recurso nos queda que permita romper con la cristalización de esas palabras bajo las cuales queda atrapado por sus fantasmas, a saber: "como soy hijo de la guerra, al igual que mis hermanos tengo que estar salvado muerto”. ¿Puedo reducir el Edipo a una sola pregunta? ¿De qué me quiere? ¿Será “muerto” el significante inmediato para la respuesta, que habrá también de jugarse en la transferencia? La muerte es un significante que no hace cadena.
El Acto
Llega X a una sesión y me dice algo de un mangazo. En el camino que va de la puerta de calle al consultorio ha visto suficientes plantitas como para pensar en que algunos brotes o esquejes podrían ser llevados a su balcón. Mostrar algún afecto vaya y pase, darle algo “un regalo”. ¡Jamás!. Un par de semanas después, X reitera su pedido. Así es que a la sesión siguiente después de pensarlo mucho y no sabiendo que hacer, preparo algunos pedazos, esquejes, pedacitos, restos de plantitas, con los cuales X a la sesión siguiente se va. ¿Es la entrega de esas plantitas una consecuencia de algún afecto? Afecto: afectarse, hay una sensación que produce una impresión. Las neuronas titilan y producen algo en el cerebro, el cuerpo todo, y el “alma”. Sigue siendo todo un problema nombrar esta última instancia como si en 2500 años no hubiésemos avanzado nada. Ahora bien, qué puede implicar para el paciente que su analista acepte su sugerencia del vos, acepte el regalo de una máquina, le dé sus plantas ¿diferenciamos esta entrega del amor? Si fueran afectos ¿serían los del analista? o simplemente se mostraban los que faltaban en el paciente. ¿Debe el analista abstenerse de esa entrega? ¿De qué tiene que abstenerse un analista? Diré: primeramente el analista debe de abstenerse de estar ausente, para que el gato no pase desapercibido para el paciente.
Inmediatamente después de llevarse las plantitas el paciente produce un movimiento: Afecto- Efecto, en una relación que me era difícil de atrapar para teorizarla hasta que en un texto de Racker encontré las siguientes palabras que saco de contexto. “El análisis de aquel crimen le hará posible “devolver” al analizado la capacidad de sentir, “puesta” en el analista. Lo que nos hace decir que tal capacidad o saber son “puestos” en el analista no es simplemente el hecho de que surgen en éste, sino la comprensión por ejemplo en este caso de que el analizado relata su conducta porque inconscientemente sabe que algo anda mal y espera que el analista supla lo que para el analizado, en su estado actual, es inaccesible, por más que esté en posesión potencial de este mismo sentir y saber”[14]. A esa comprención el analista llega por la CT.
Sería tal vez a la mañana del día siguiente de que se llevo las plantitas que X escucha una canción en la radio. La canción hablaba de un soldado y el amor. Le sobreviene toda una emoción, pero esta vez algo sabe de ella. Era una canción que de chico le cantaran sus padres. Creo que fue a la tarde del mismo día que revisando unos papeles, rastros de hermanos muertos, sufre su primer explosión de llanto. Llanto cuyo motivo se termina de construir en sesión: sus padres no fueron capaces de salvarlo a él, como si lo dejaran vivo para el sufrimiento. Algún tiempo más tarde se permite ir a ver una película sobre el holocausto por primera vez en su vida. Lo hace con su nueva pareja, una mujer no muy linda, pero con la cual siente que no necesita pelearse todo el tiempo.
¿Qué es haber dado las plantitas sino un acto, respuesta actuada del analista ante lo que del lado del paciente se encuentra como imposible de hacerse discurso, donde la respuesta tampoco es del orden del discurso. Pero donde en tanto el acto analítico tiene efecto permite al paciente generar uno. En este caso un discurso sobre el holocausto que estaba perdido.
X llega a sesión y cuenta por primera vez lo siguiente: la oficina en la que trabaja es filial de una empresa extranjera. Hay demasiada presión porque está por cerrar. Se supone además que en su origen la empresa tenía la función de ayudar a los judíos sobrevivientes. Pero al mismo tiempo en un pequeño símil de análisis institucional del paciente, queda ubicada como un campo de concentración. “¿Qué hago trabajando ahí?”, es la pregunta que apenas se empieza a esbozar ante el reconocimiento de sentirse en medio de una guerra. Habiendo reconocido los muertos puede empezar a diferenciarse, dejando de ocupar ese lugar de muerto vivo sin ganas. Los cambios son lentos desde la presentación de una renuncia que no le aceptan, hasta lograr trabajar tranquilo, sin presiones, sin ese esfuerzo por ser reconocido por estos padres asesinos o tal vez, que ya no lo son tanto pues pueden haberse modificado.
Conclusión
Desde la primer teoría de Freud donde se repite para no recordar, llegamos con Lacan al paradigma de lo actuado en tanto lo nunca olvidado, lo Real. Dice Racker que allí donde se produce el silencio, el analista responde con una actuación como una primera interpretación hasta que se pueda operar con el discurso. Lo que en él juega como estando anotado en el inconciente del paciente en tanto falta que pide al analista que nombre ¿podríamos equipararlo a ese innombrable en Lacan? Para Lacan toda interpretación estaría implicando un acto, acto de creación, de constitución de un sujeto, función paterna faltante. Pero para ambos esa actuación surge de la atención flotante. Para Racker parecería que el análisis de la CT es una situación consciente, con lo cual debería ser pensada desde el yo del analista. Pero desde la lectura de Lacan se desprende que si la angustia del paciente produce una respuesta del lado del analista, será en tanto deseo del analista, al cual pensamos como distinto de la persona que lo encarna, distinto al yo. Si unimos las dos propuestas. ¿No podríamos pensar que el analista responde a lo que el paciente ha puesto en él de forma no consciente y desde el mismo lugar, desde el inconciente el analista responde con su acto?
Tal es el planteo de Freud, que “nadie puede ser vencido in absentia o in esffigie”[15]. La posición del analista estaría permitiendo la presentificación de ese más allá, de algo del orden de lo Real para intentar obrar con él. Si lo Real se presentifica en forma de angustia, y si la angustia es el único afecto verdadero, entonces es mi lectura que toda presentificación lo es de afecto y toda clínica que incluya al goce, es clínica de los afectos, donde su presencia es su ejercicio. [16]

Bibliografía:
S. Freud. Consejos al Médico en el Tratamiento Psicoanalítico
S. Freud. El porvenir de la terapia psicoanalítica
S. Freud. Dinamica de la transferencia
J. Lacan. Seminario 2
H. Racker. Estudios sobre técnica psicoanalítica
J. Lacan. Intervenciones sobre la transferencia
J. Lacan. Seminario 10
J. Lacan. Seminario 14 - La Lógica del Fantasma
J.Lacan. Seminario 21




[1] J. Lacan. Seminario 14 - La Lógica del Fantasma, clase 14. Inédito.
[2] S. Freud. Consejos al Médico en el Tratamiento Psicoanalítico, pag 1656. Obras completas, Ed. Hyspamérica,
[3] J. Lacan. Seminario 2, clase 14, pag 249. Ed. Paidos.
[4] S. Freud. El porvenir de la terapia psicoanalítica, pag. 1566. Obras completas. Ed. Hyspamérica,
[5] J. Lacan. Intervenciones sobre la transferencia, pag 214. Escritos I. Ed. Siglo Veintiuno.
[6] H. Racker. Estudios sobre técnica psicoanalítica, pag 231. Ed. Paidos.
[7] S. Freud. Consejos al Médico en el Tratamiento Psicoanalítico, pag 1656. Obras completas, Ed. Hyspamérica.
[8] S. Freud. Consejos al Médico en el Tratamiento Psicoanalítico, pag 1657Obras completas, Ed. Hyspamérica.
[9] H. Racker. Estudios sobre técnica psicoanalítica, Pag 33. Ed. Paidos.
[10] J. Lacan. Seminario 10, clase 11,pag 162. Ed. Paidos
[11] J.Lacan. Seminario 21, clase 10. Inédito.
[12] H. Racker. Estudios Sobre Técnica Psicoanalítica, pag 97. Ed Paidós.
[13] S. Freud. Consejos al Médico en el Tratamiento Psicoanalítico, pag 1657. Obras completas. Ed. Hyspamérica.
[14] H. Racker. Estudios Sobre Técnica Psicoanalítica”, pag 49. Ed. Paidos
[15] S. Freud. Dinamica de la transferencia, pag 1653. Obras completas. Ed. Hyspamérica.

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